La
experiencia nos dice que sólo nos movemos cuando el interés nos apremia y la vida nos exige camino. Difícilmente
creceríamos sin estímulos que nos muevan a arriesgarnos y a perfeccionarnos.
Por eso, Jesús, nos ofrece vida, y vida en abundancia que se convierte, dentro
de nosotros, en un surtidor que salta hasta la vida eterna.
Conviene,
y damos gracias, que el peligro, el sufrimiento, el dolor y la enfermedad sean
factores que enciendan nuestros estímulos y muevan nuestros esfuerzos por el
camino de la justicia, la verdad y la paz. En ellos encontraremos lo que
buscamos.
Porque Jesús, el
Señor, es el Camino, la Verdad y la Vida.