sábado, 31 de diciembre de 2016

Creo que esa puede ser la razón que la Buena Noticia de salvación fue anunciada a los pastores. Pastores, gente humilde y, en aquella época, excluida y marginada por la sociedad de su tiempo. Considerados los últimos y desechados por todos.

Sin embargo, los ángeles les anuncian el acontecimiento más importante del mundo. Y hoy y siempre, a partir de ese momento, son los pastores más famosos del mundo. No hay belén sin pastores. Pero, detrás de esos pastores se esconde actitudes necesarias para poder recibir el mensaje de la Buena Noticia.

Se necesita ser pobre de espíritu y necesitado de salvación. Se necesita humildad para acoger la salvación que te ofrecen. Y es que cuando sufres o no tienes nada, te agarras a lo que te ofrecen. Y cuando descubres, como los pastores, que lo que te dicen concuerda y es verdad, regresas glorificando y alabando a Dios.


FELIZ AÑO NUEVO



viernes, 30 de diciembre de 2016

No cabe duda que el hombre no ha sido creado para morir. Eso no tiene ningún sentido, pero lo peor es que el hombre se resigna y antes la disyuntiva de elegir la vida, opta por la muerte, aceptando lo que este mundo caduco le ofrece. Así, ante la realidad que vive experimenta que la vida se le acaba.

Sin embargo, el hombre que elevando su mirada al cielo, escucha la Palabra que, venida de lo alto, acampa entre los hombres, experimenta que su vida renace y se llena de esperanza. Su corazón se renueva y se transforma en un corazón nuevo, lleno de vida y esperanza. Esperanza de una nueva vida. Vida Eterna junto al Padre.

Hoy, a las puertas de comenzar un año nuevo, renovemos la esperanza de una vida nueva. Una vida que no termina en este mundo, sino que, acabada aquí su camino, empezará la verdadera vida a la que estamos llamados. Vida plena y gozosa eternamente.

jueves, 29 de diciembre de 2016

El Evangelio de hoy nos habla de forma concreta sobre el anciano Simeón. Esperaba ver al Mesías prometido antes de morir, y la presencia del Niño Dios en el templo, al que él acude llevado por el Espíritu de Dios, le hace decir: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel».
                     
También nosotros podemos decir hoy que Jesús, el Niño Dios nacido en Belén, está entre nosotros. Está, pero quizás nuestros ojos permanecen cerrados y en tiniebla. Está en todos aquellos para los que tú te haces servicio y amor. Porque cuando lo haces a alguien que lo necesita, se lo estás haciendo al Señor.

Por eso, a cada instante que tú te das, te muestras disponible, sensible, atento y misericordioso, el Niño Dios está naciendo dentro de ti. Cada momento que tú compartes, soportas, tienes paciencia y construyes espacios de paz y fraternidad, está realizándose el nacimiento del Niño Dios dentro de tu corazón.

miércoles, 28 de diciembre de 2016


Moverse siempre es complicado. Moverse de un lugar a otro; moverse espiritualmente en camino de conversión; moverse en actitud de servicio; moverse en ir cambiando y mejorando como persona; moverse en crecer en virtudes y actitudes bien intencionadas y rectas.
                                                          
Salir de uno mismo siempre presenta dificultades y esfuerzos. Y el Espíritu de Dios nos invita siempre a movernos. Movió a María, a José, a Abrahán, a Moisés…etc. Posiblemente también nos mueva a nosotros, pero, ¿por qué no lo advertimos o notamos? ¿Estamos lo suficientemente atentos?

Sucede que el mundo en el que vivimos nos distrae. Y cada vez más. Vivimos en la era de la tecnología digital. Móviles y otros medios nos roban el tiempo y nos impiden reflexionar y pensar. Indudablemente, se nos hace más duro y difícil movernos. Estamos paralizados por el mundo. Tendremos que salir de él para escuchar al Espíritu de Dio.

martes, 27 de diciembre de 2016

Hoy, Pedro y Juan descubren que Jesús no hablaba de broma. Empiezan a entender que significaba aquello de edificar el templo en tres días. Y lo de resucitar al tercer día. Los interrogantes empiezan a encajar y todo parece un sueño.

De momento, lo que descubren asombrados y gozosos es que Jesús Vive. ¡Ha resucitado! Y eso cambia sus vidas. Sus testimonios nos lo dicen. Lo dan todo hasta sus vidas de este mundo para ganar la verdadera vida, la Eterna.

Y nosotros creemos apoyados en sus testimonios. Ellos han visto a Jesús Resucitado, y han comprobado que el sepulcro estaba vacío. Se ha cumplido lo que Jesús les dijo, y nosotros también creemos en lo que ellos han visto. Ese es el fundamento de nuestra fe.

lunes, 26 de diciembre de 2016

Ocurrió que el Niño Dios vino al mundo sin hacer ruido. Sabía que el Mensaje que traía no era para hacer ruido. Los hombres de su pueblo esperaban otro mensaje y el que Él traía no lo iban a entender ni tampoco a aceptar. Ellos pensaban en otra clase de Mesías o Libertador.
                                           
Así, encontrándose con el aquel Niño Dios y luego, el Mesías Libertador, lo rechazaron. No podían entender que ese Mesías enviado fuese el que ellos esperaban. No le entraba en sus cabezas. Su Mesías ya lo habían ideado ellos.

Por eso, el Padre decidió anunciarle la llegada de su Hijo a los pastores, gente marginada e indeseada por los notables y la gente del pueblo. Sabía que sólo los pobres de espíritu podían entenderle y abrirse a su Mensaje. Era un Mensaje para gente enferma que deseara ser curada. Y eso hizo, anunciarles a los pobres que había venido a salvarlos.

domingo, 25 de diciembre de 2016

La Navidad se enciende e ilumina dando sentido a nuestra vida cuando es nuestro corazón el que se ha iluminado con el nacimiento y esperanza del Redentor. Porque sólo desde Él podemos encontrar paz, justicia, sosiego y felicidad eterna haciéndole espacio para que se quede con nosotros.

Todo lo demás, sin querer quitarlo, tiene sentido cuando está iluminado desde ese humilde y pobre pesebre. Es en él donde encontramos gozo y felicidad cuando compartimos y nos experimentamos pobres, hermanos, amigos y disponibles a servirnos unos a otros.

Entonces, eso sí es Navidad. Se enciende nuestro corazón y empieza a arder. Para eso ha nacido el Niño Dios, para que nuestros corazones prendan de paz, de justicia y de amor. Para que el mundo se ilumine con nuestras humildes, pequeñas y pobres luces y se haga el Reino de Dios.

sábado, 24 de diciembre de 2016

Quizás nosotros estemos alejados de estos pensamientos. Celebramos la Navidad como una fiesta más. Igual podía ser carnavales, cualquier fiesta patronal o particular. La Navidad es una fiesta familiar que enlaza con la de final de año y luego reyes.

Son fiestas de regalos, de reuniones, de comidas, de diversiones. Pero Jesús no pinta ni aparece mucho. Sólo para los creyentes comprometidos la Navidad se centra en Jesús. Duele vivirlas así, pero somos nosotros los culpables de haberlas convertido en eso, en simples fiestas.

Hoy, Zacarías proclama que se cumple lo que el Señor había prometido desde tiempos antiguos por medio de los profetas. Nos ha sido enviado el Mesías, el Libertador, y nosotros igual seguimos despistados y distraídos. Avivemos nuestro espíritu y miremos al Cielo.

viernes, 23 de diciembre de 2016

Pero para que nazca Juan, Dios se vale de Isabel, prima de María, mujer estéril y mayor. Y, por acción del Espíritu, el nombre de Juan es escogido y revelado por su madre Isabel. Y Zacarías lo confirma. Es en ese momento cuando su lengua se desata y puede hablar.

Cada paso, cada señal, cada acontecimiento descubre la acción de Dios y su Poder. Se me antoja, cuando decides conocer el Plan de salvación de Dios, más difícil no creer en su Palabra que creer. Todo está engarzado, relacionado y pensado para la salvación del hombre.

Y me atrevo a decir que ha sido creado pensando para su salvación. El hombre lleva dentro de sí la huella de Dios. Y lo busca incesantemente. Lo que ocurre que el mundo lo confunde y lo desvía, y debilitado por el pecado se esclaviza y pierde el norte. Busca la felicidad eterna donde no está.

jueves, 22 de diciembre de 2016

Hablamos de María como de José sin experimentar las tribulaciones, dificultades y tropiezos que soportaron sosteniéndose fieles al Señor. Hablamos, sin entender ni experimentar, los contratiempos que se levantaron en sus vidas que le impedían y aconsejaban abandonar y no seguir adelante.

Ellos torearon a los toros desde la plaza, cara a cara, y siguieron adelante creyendo en el Señor. Ellos fueron humildes y aceptaron esos contratiempos en sus vidas. María imita a Juan a ser la siempre humilde y dar Gloria a Dios por hacer maravillas en el ella. Está llena de Gracia porque el Señor está en ella. Su vida se convierte en un torrente de servicio y amor.

No miremos al mundo, sino contemplemos a María. Miremos al pesebre y desde esa mirada busquemos nuestro pesebre en el mundo que vivimos. Está dentro de ti. Sólo tienes que llenarlos de paja (pobreza), humildad y servicio, y todo se convertirá en amor. Entonces nace el Niño Dios.

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Nuestra esperanza es que con Dios ocurre otra cosa. Dios no se equivoca, ni actúa por egoísmo. Dios nos elige por amor, y la mayor prueba es que da la vida por cada uno de nosotros.

Dios nos ha creado para que vivamos, tras el paso por este mundo, gozoso y felices eternamente. Para ello tenemos la libertad de elegir. Y sólo en Él elegimos bien.

María es la elección perfecta de Dios. Ella se convierte en la morada y fuente de la Gracia de salvación para la humanidad. María reúne todo lo que Dios desea para que sea su Madre. Y, elegida, Dios está con ella. Y la llena de Gracia

martes, 20 de diciembre de 2016

Hoy nos fijamos en María. Y observamos que siendo una persona muy humilde, sencilla y, aparentemente, insignificante y pobre, atrajo la mirada y la atención de muchos, creyente y no creyente. Se hace difícil encontrar un pueblo, por insignificante que sea, que no tenga a María como patrona bajo alguna advocación mariana.

El Magnificat descubre como a María, desde que le es anunciada su maternidad Divina por el ángel Gabriel, la felicitarán todas las generaciones. Y así sucede, ha sucedido y sucederá siempre hasta el final de los tiempos, tal y como se ha profetizado. María es Madre, y Madre de todos los hombres. Y una Madre nunca se cansa de esperar.

María así lo vivencia en su vida hasta los últimos momentos a los pies de la Cruz. María es Madre paciente, perseverante, dócil, fiel y confiada en la providencia de Dios. Es Madre que cobija, reúne y une bajo su amparo a los hijos que caminan en torno a su Hijo, y abre sus brazos, en su Hijo, a todos los hombres.

lunes, 19 de diciembre de 2016

Eso fue lo que ocurrió con Zacarías, el padre de Juan el Bautista. Tuvo dudas de que lo que le decía el ángel se cumpliera. De esta manera quedó mudo hasta que lo anunciado tuviera cumplimiento. Y es que muchas veces nos cerramos a lo que Dios ha pensado con nosotros y le impedimos que actúe.

La Gracia del Señor necesita nuestra disponibilidad. Necesita una tierra abonada con y por los sacramentos, que nos da Vida de Gracia, y, por la cual, el Espíritu Santo actúa en nosotros preparándonos para la misión que el Señor nos haya encomendado. Eso significa estar vigilantes y expectantes, es decir, preparados.

Así, como María y José, vivamos la Vida de la Gracia pacientemente y dócilmente, abiertos a lo que el Señor disponga de nosotros y disponible para hacer su Voluntad. Y pidamos esa fortaleza, voluntad y generosidad para estar prestos, atentos y expectantes a responder a su Voluntad.

domingo, 18 de diciembre de 2016

Sin embargo, no siempre ocurre como parece que la lógica aconseja. José y María, a pesar de que sus situaciones cambiaron y empeoraron, ellos, sufriendo tuvieron la paciencia y fortaleza para abandonarse en el Señor y creer en su Palabra. No cabe duda que la situación era muy complicada.
                          
José y María, los padres de Jesús, son referentes y testimonios que nos ayudan a comprender el camino de salvación. No es un camino fácil, ni nadie tampoco lo ha dicho. Es un camino de riesgo, de confianza y de fe. De fe en Aquel que te promete la vida y la salvación eterna.

Indudablemente, se necesita fe. Una fe que se supone necesaria y conveniente. Porque sin fe nada se puede conseguir. Porque lo que se ve no necesita fe, y nosotros no vemos, y eso nos exige fiarnos y confiar en la Palabra del Señor. Eso, como José y María, nos da, por la Gracia de Dios, un humilde mérito de poner toda nuestra confianza en su Palabra.

sábado, 17 de diciembre de 2016

El Evangelio de hoy nos presenta los antepasados de Jesús. Y no se esconde nada. En su historia y genealogía hay de todo, desde criminales, prostitutas hasta buenas personas y santos. Sus padre adoptivo José es conocido como varón justo, y su Madre, María, la Inmaculada sin mancha de pecado.

Jesús viene al mundo despojado de toda divinidad y tomando naturaleza humana como nosotros menos en el pecado. Viene a vivir con y entre nosotros y a revelarnos el Plan de su Padre del Cielo. Viene a hacernos libres y a vencer nuestras esclavitudes que nos someten y nos impiden hacer lo que queremos: ser bondadosos y buenos.

No aparece Jesús de repente. Tiene su historia humana, sus antepasados y su familia. Toma la Naturaleza humana, sin dejar la Divina, pero se despoja de su condición divina, para encarnado en el vientre de María vivir entre los hombres y revelarnos el amor del Padre.

viernes, 16 de diciembre de 2016

Juan nos hablaba del Mesías prometido, y todo lo nuevo nos asusta o no coincide con lo que nosotros tenemos pensado y asimilado. El mismo Juan llega a dudar de si hay que esperar a otro o ya ha venido el que esperábamos. Y es que nos creamos nuestro mismo Mesías.

Jesús, el Mesías esperado e Hijo de Dios Vivo, no coincide con el que el pueblo se había formado. Sobre todo los poderosos y sumos sacerdotes. Ellos tenían otra idea elaborada por ellos mismos. No les cuadraba la figura de Jesús ni tampoco su Mensaje.

¿Nos ocurre a nosotros también? Quizás también esperamos un Mesías a nuestra medida y nos molesta cuando su mensaje no coincide con el que nosotros pensamos o nos gusta. Ser pobre y humilde es abajarnos y despojarnos de nuestras ideas y aceptar lo que el Señor nos propone.

jueves, 15 de diciembre de 2016

Hay personas que libremente optan por cerrar sus oídos a la Palabra de Dios. Juan el Bautista, el Precursor, sufrió esos desplantes y oídos sordos. Y hoy sucede un tanto lo mismo. No cabe ninguna duda que lo que ocurre en el mundo, ahora mismo en Alepo, Siria, está ocasionado por aquellos que hacen oídos sordos a la Palabra de Dios.

Sin temor a equivocarnos, podemos decir que el hombre que hace vida la Palabra de Dios es un hombre que respeta y vive, al menos se esfuerza, en la verdad y la justicia. El mundo rechaza esa Palabra de Dios porque quiere vivir la suya, y su palabra está manchada de mentira y de sangre.

Sucede que esos muchos que se inhiben de escuchar y aceptar la Palabra frustran el Plan de salvación que Dios tiene para ellos. Se cierran a su Gracia y se borran de entre sus hijos. Posiblemente, ellos mismos dictan su sentencia de muerte.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

La vida, en el camino, se nos descubre y pronto nuestros temores se hacen presentes. La idea de la muerte nos cuestiona y pronto nace en nosotros una idea de salvación. Es verdad que es un misterio la forma de cómo la afrontamos, porque deberíamos estar más preocupados que lo que estamos.

Quizás sea la esperanza de escapar a esa realidad que nos amenaza. Verdad es que de no afrontarla como lo hacemos nos sería imposible vivir. Esa esperanza late en lo más profundo de nuestro ser y nos sostiene esperanzados, valga la redundancia. Y en eso consiste en abrir nuestros ojos, en ver la realidad que sabemos cierta y segura.

Juan el Bautista nos habla de esto en el desierto y nos prepara a disponernos a salvarnos. Para ello nos prepara un camino que tendrá su principio y fin en el Señor. Jesús se nos revela como el Camino, la Verdad y la Vida, y en Él están todas nuestras esperanzas. Seguirle es nuestra única posibilidad. Seguirle, escucharle, conocerle y amarle es el verdadero Tesoro que nos salva eternamente.

martes, 13 de diciembre de 2016

Son sabias las Palabras de Jesús cuando nos interpela con esas conductas de los dos hijos frente a su padre. Porque, desafortunadamente, nos fijamos más en las formas que en los resultados. Damos más importancia al respeto sin detenernos mucho en los resultados o consecuencias.

Es posible que el primer hijo fallara en el respeto al padre, pero, al final, hizo lo que el padre le dijo. Quizás el segundo quedó bien ante los que le oyeron decir educadamente asentir afirmativamente en hacer lo mandado por el padre, pero el resultado fue negativo y engañoso.

¿Qué consecuencias deducimos? Posiblemente nos ocurra que estando dentro de la casa del Padre cumplimos con los ritos y prácticas, pero no hacemos lo que el Padre quiere. Posiblemente, otros, más lejos y no estando en la casa del Padre, no conozcan lo que el Padre dice, pero, sin saberlo y negándose a los ritos, cumplen su Voluntad.

lunes, 12 de diciembre de 2016

Ocurrió que aquellos sumos sacerdotes y ancianos del pueblo observaban que la gente se amontonaba alrededor de Jesús, y esos les molestaban. Urdieron la idea de preguntarle con qué autoridad decía esas cosas para tratar de desautorizarle. En el fondo llevaban malas intenciones.

Jesús, viendo lo que urdían, respondió con otra pregunta: El bautismo de Juan, ¿de dónde era?, ¿del cielo o de los hombres?». Y ante esta pregunta quedaron callados, pues de una u otra forma habían caído en su propia trampa. De decir del cielo, ellos mismos se autoculpaban de no haberlo recibido. Y de los hombres, les enfrentaba con el pueblo que tenía a Juan por profeta.

Y es que cuando se va con malas intenciones, la verdad sale a relucir. Y tarde o temprano las cosas se ponen en su lugar, porque la verdad siempre emerge. Aquellos que buscan la verdad con malas intenciones no la encontraran y sus mentiras serán descubiertas.

domingo, 11 de diciembre de 2016

Juan el Bautista envía a preguntar a Jesús si era Él a quien esperaban, o había otro que esperar. Indicios que nos descubren que hasta Juan tenía dudas. Cuánto más podemos tener nosotros. Sin embargo, la respuesta del Señor nos presenta el anuncio que ya Isaías (35, 1-6ª.10), muchos años antes, había profetizado.
                   
Nace la esperanza y todo reverdece. El hombre conoce la Buena Noticia de salvación, porque la vida se renueva. «¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?». Jesús les respondió: «Id y contad a Juan lo que oís y veis: los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva; ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!». 

Por eso es tiempo de preguntarnos: ¿A quién esperamos? Empezábamos interpelándonos respecto a esa pregunta. Y es que quizás esperamos a otro u otras cosas que nos den esa felicidad que anhelamos y buscamos. Realmente, ¿queremos encontrarnos con Jesús? Dejemos, pues, que entre en nuestro corazón y vivamos en el esfuerzo de amar como Él. Entonces comenzaremos a ver y nacerá dentro de nosotros.

sábado, 10 de diciembre de 2016

Hoy, la Iglesia, continuadora del Mensaje de Jesús sufre y padece el mismo rechazo. El mundo se aleja de la Voluntad de Dios y rechaza su Palabra. Hoy la Iglesia sigue padeciendo las mismas persecuciones que en sus primeros años de proclamación. Y eso estaba también profetizado, y experimentamos y vemos que se cumple.

Y se cumplirá lo que, profetizado, falta por cumplirse. La Iglesia no sucumbirá ni será destruida, porque en las profecías está escrito que las puertas del infierno no prevalecerán contra ella (Mt 16, 18). Y en esa esperanza nos apoyamos los creyentes. Porque el Señor tiene Palabra de Vida Eterna.

Por eso, a la hora de buscar razones que nos den pruebas y testimonios de la Palabra, podemos encontrar en la Revelación muchos testimonios y profecías que nos hablen que todo sucede como está profetizado. Y eso nos deberá ayudar a ponerle mucha más atención.

viernes, 9 de diciembre de 2016

Al hombre le cuesta moverse. Sobre todo cuando se ha instalado en su verdad y se encuentra cómodo y a gusto. Moverse no le apetece, y menos si eso le exige desprenderse de sus hábitos y morir a su comodidad y apetencias. Es entonces cuando busca justificar su inmovilismo espiritual y rechaza todo lo que le proponen.

Disfraza la verdad y la tiñe de mentira. Confunde el amar con el amarse y se encierra en su propio mundo aislándose de todo lo que significa compartir y darse, porque sólo amas cuando eres capaz de partir tu vida y repartirla con los demás. En eso consiste el amor.

Y eso es lo que y para lo que te busca Jesús. Él ha dado su Vida para ganar la tuya. Se ha partido, y lo hace cada día y a cada momento en cada Eucaristía. Te necesita y necesita tu libertad para salvarte. Por eso busca tu respuesta. Y tú escondido en tu necedad se la niegas y te niegas a ti mismo tu propia salvación.

jueves, 8 de diciembre de 2016

«No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin».





Sucede que en la medida que crecemos, nuestros ideales, muchas veces, no se cumplen. Pero, poniendo por caso que se cumplan, llega un momento que, cumplidos, nos preguntaremos, ¿qué nos moverá ahora para continuar la marcha?

Porque todo lo que nos pongamos por meta tiene un final, ¿y después qué? Descubrimos que tenemos que buscar ideales para seguir caminando. Por eso nos decimos los unos a los otros que hay que entretenerse y buscar alicientes, pero, ¿qué alicientes?

Mirando a nuestro derredor observamos lo que hay, y eso que hay también tiene sus días contados. Podemos obviarlos, engañarnos, esconderlos y mirar para otro lado, pero todo tiene sus días contados. Sin embargo, la pregunta sigue en pie, ¿y ahora qué? Sólo Dios tiene Palabra de Vida Eterna.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

Descubrir nuestra finitud nos puede ayudar a que no siempre las cosas son como las vemos y deseamos. Quisiéramos ser siempre fuertes e invencibles. Y en los momentos que experimentamos esa fortaleza nos sentimos seguros y sin necesidad de médico.

Pero, por experiencia, sabemos que llegará un día que nuestra debilidad se presente, y que necesitaremos médico. Ese día comprenderemos la necesidad que tenemos de ser salvados. No se nos oculta que un día será el final, ¿y luego qué?

Será cuestión de descubrir dónde y en quién debemos descansar y depositar todas nuestras esperanzas, porque, a pesar de nuestras fuerzas, en este mundo no encontraremos lo que buscamos. Y, por mucho que no queramos, nuestras esperanzas se desvanecen y mueren. Necesitamos salvación.

martes, 6 de diciembre de 2016

Hay una gran diferencia  a la hora de recuperar algo perdido. Porque podemos actuar con rabia, incluso desprecio y coraje contra el ser perdido. No digamos si es una persona. Es de sentido común que, a pesar de recuperarla, posiblemente la perdamos para siempre con los reproches.
                  
Nuestro Padre Dios actúa siempre con verdadera Misericordia. No sólo nos busca con insistencia, sino que nos abre sus brazos. Jesús es el abrazo del Padre, pues Dios no perdona por decreto, sino con un fuerte abrazo, nos dice el Papa Francisco.

Dios nos busca a través de su Hijo Jesús, el enviado, y nos acoge olvidando nuestra ofensa y perdonando nuestro pecado. Dios, no sólo nos encuentra y salva, sino que nos limpia y borra nuestro pecado como si no hubiese existido. Realmente, si comprendiéramos el don de Dios nuestra vida quedaría inmediatamente transformada.

lunes, 5 de diciembre de 2016

No es fácil curar esa parálisis espiritual. Más grave que la corporal, porque, mientras la una deja sin movimiento tu cuerpo, la otra paraliza toda tu alma y la condena irremisiblemente para la eternidad. Supongo que la parálisis provocada por los pecados necesita más cuidados, pues sólo el Señor puede curarla.

Ahora, eso dependerá de tu fe. Si tú crees que el Señor puede perdonarte tus pecados, ellos quedarán perdonados. Tendrá, ese perdón, que ver con la medida de tu fe. Eso te ayudará a postrarte delante de Él como aquel paralítico, y pedirle que te cure.


Pero una curación plena, de cuerpo y alma. Porque de nada vale curar el cuerpo si dejas el alma a la deriva. Porque, el cuerpo, por la fe sabemos y confiamos que resucitará al final de los tiempos, pero el alma puede perderse para siempre.

domingo, 4 de diciembre de 2016

No se tuerce el camino porque alguien te lo diga, o, de alguna manera te impacte. Necesitas que tú lo experimentes y desde lo más profundo de tu corazón te decidas a cambiar. Todo empieza por un tomar conciencia de la necesidad de arrepentirte y de depositar tu confianza en esa actitud de arrepentimiento. Porque lo que buscas es tu gran Ideal.

Es posible que nunca te des cuenta y pases toda tu vida siendo pato y no águila real. Porque has sido creado para eso, para volar en y a las alturas de forma majestuosa y plena. Cuando descubres que estás llamado a ser feliz plenamente será absurdo no serlo y quedarte resignado en la mediocridad e infelicidad. Es necesario cambiar.

Ese es el mensaje de conversión que Juan el Bautista nos transmite en el Evangelio de hoy. Es un mensaje que vive dentro de nosotros y al que todos los hombres debemos despertar, porque está dentro de nuestro corazón. Nuestro destino no está en este mundo, sino en el otro, donde seremos plenamente y eternamente felices. Para eso es el cambio.

sábado, 3 de diciembre de 2016

Los creyentes nos consideramos invitados a proclamar el Evangelio. Desde y por nuestro compromiso de Bautismo, somos templos del Espíritu Santo y desde esa santidad estamos llamados a dar testimonio de nuestra fe. Bien es verdad que, cada cual, según la medida de sus fuerzas, sus talentos y también sus circunstancias.

No cabe ninguna duda que el Evangelio va dirigido a los necesitados, pobres y pequeños. A gente que busca arreglar su vida, que padece enfermedad, que desespera y quiere encontrar sentido a su vida. Necesitan médico aquellos que se consideran enfermo. Y fuera de ese contexto, pocos serán lo que estén disponible a escuchar la Palabra.

Por eso, la consigna de Jesús es clara y concisa: «Dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel.  Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis; dadlo gratis».

viernes, 2 de diciembre de 2016

La luz del sol, y también, la luz artificial, nos permiten ver el camino y el color de las cosas, pero no nos sirven para orientarnos en la vida. La vida tiene sentido cuando, a pesar de que puedas ver, sabes realmente a dónde vas. No porque veas el camino, caminas bien. Puedes equivocadamente dirigirte al precipicio y a la muerte.

Se hace necesario alumbrarnos por otra clase de luz. Una luz nueva, que no es de este mundo, y aunque está en el mundo, no pertenece a él. Una Luz que no sólo alumbra, sino que también orienta y llena de sentido tu vida.

Valdría la pena esforzarse en buscar esa Luz. No escatimar esfuerzo ni regateos traerá su recompensa. Es posible que la claridad a veces nos pueda deslumbrar y desorientarnos, porque ver claro también compromete. Pero siguiéndola encontraremos el verdadero camino de la verdad.

jueves, 1 de diciembre de 2016

Lo importante de una persona es decir y hacer. Si su palabra se cumple, su autoridad se afirma. Su vida da credibilidad y se sostiene sobre roca. Por lo tanto, no es lo importante, siendo importante, la palabra, sino lo que verdaderamente salva es la realización de esa palabra.
                   
Eso es la maravilla y el encanto de la Palabra de nuestro Señor Jesús. Porque su Palabra no sólo  se dice, sino que tiene cumplimiento. De ahí nace la autoridad con la que habla Jesús, pues lo que proclama se cumple. Su Palabra es firme como una roca.

Por eso, el Evangelio de hoy nos habla muy claro: «No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial». No se puede decir, ni más alto ni más claro. Está justamente dicho y alumbrado por una parábola