Jesús se siente
amenazado. Molestan sus Palabras y no pueden reconocerle. Sólo se fijan en lo
que dicen las escrituras sin indagar más. Alegan que conocen los orígenes de
Jesús y saben de dónde es, pero el Mesía prometido no se sabe de donde es.
Por lo tanto,
deducción clara. Éste no puede ser el Mesías, pues le conocemos, el hijo del
carpintero. También, David, en principio, había sido excluido de la elección.
Nos apoyamos en nuestra ignorancia y no advertimos que nuestros pensamientos ni
criterios no son los de Dios. Necesitamos reflexionar y fijarnos más.
Y, sobre todo, conocer más al Señor. Que les
advierte que Él no viene por su cuenta, sino, aunque voluntariamente, es
enviado por su Padre, a quien ellos no conocen. Sólo Jesús, el Hijo, está
también en Padre, y nadie le conoce sino el Hijo que viene de Él. Todo queda
claro para aquel que abre los ojos y se pone en las Manos del Espíritu de Dios.