No hay momento de descanso en la Vida de Jesús. No para de curar enfermos, dolencias y endemoniados. Por eso, todos le buscan y acuden a Él. Pero, ¿qué es lo que realmente buscan? ¿Sólo que les cure de sus enfermedades, dolencias y espíritus inmundos?
Posiblemente, eso mismo nos puede estar ocurriendo a nosotros hoy. Buscamos al Señor para que nos sane y nos resuelva nuestros problemas, de los que somos nosotros los responsable. También, observamos como Jesús, además del ajetreo de la gente que le busca, busca espacio para estar con su Padre y orar.
Necesita la fortaleza y asistencia del Espíritu Santo para cumplir con su misión. De la misma forma que, también nosotros necesitamos al Espíritu Santo – el mismo – que hemos recibido en nuestro bautismo. Porque, sólo con Él podemos superar y vencer al pecado.
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