
Amar es nuestra razón de ser y existir. El Amor del que nacemos nos mueve a amar. Pero, ese amor nuestro – enfermo y herido por el pecado – no siempre ama. A veces odia. Necesitamos abrir nuestros oídos, escuchar y responder al Amor que nos ha creado.
Porque, sólo ese Amor, nos puede llenar de amor si nos injertamos en Él y, por consiguiente, vencer todas esas tentaciones y seducciones que nos arrastran al pecado y nos impiden amar como nos gustaría amar. Esa es la clave, responder a esa llamada que Dios, nuestro Padre, nos hace.
Y ese es nuestra misión y destino para lo que hemos sido creados. Y, si nos desviamos de ese Camino, Verdad y Vida, nos precipitaremos por el precipicio de la perdición y el sufrimiento eterno. En Jesús, el Hijo, tenemos la conexión que nos relaciona y nos fortalece para, en intimidad con el Padre, salir victoriosos.
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