
El hecho de que Jesús fuese bautizado por Juan deja la sospecha de que pueda ser mayor. Sin embargo, es precisamente en ese momento cuando Jesús toma conciencia de su Misión divina y comienza su vida pública anunciando que el Reino de Dios – Él – está cerca.
En su Bautismo es presentado por el Padre – no viene por su cuenta - «Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco». Y es señalado por Juan, despejando toda duda. Ha llegado su hora y Jesús, cumpliendo su Misión, llama a la conversión y anuncia – predicando en las sinagogas – el Evangelio.
Un Evangelio que vive – no sólo proclama – curando toda clase de enfermedades y dolencias, hasta el extremo, como vemos más adelante, de devolver la vida. Es el caso de su entrañable amigo Lázaro. Verdaderamente, Jesús es el Hijo de Dios, el Mesías esperado y anunciado por Juan el Bautista.
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