El Espíritu Santo nos fortalece, nos asiste y auxilia en cada momento de nuestra vida, orientándonos y dirigiendo nuestros pasos por el verdadero camino y asistiéndonos en el cultivo de esa semilla sembrada en nuestro corazón para que dé buenos frutos.
La llamada que con su Vida y Palabra nos hace Jesús nos atañe también a nosotros. Jesús llama a Simón y a Andrés, y a otros discípulos para que, también, a través de ellos, el Anunció del reino llegue a ti, a mí y a toda la humanidad.
Y, el objetivo y finalidad es, que tú abras tu corazón a esa Palabra y abones la semilla sembrada en el mismo para que, bien cultivada, dé buenos y hermosos frutos. Pero, para que todo eso se realice, primero, conviene convertirse y creer en el Evangelio – Palabra de Dios -.
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