La ley está hecha
para servir al hombre, por encima de todo, para su bien y para el buen
entendimiento y relación de todos los pueblos. La ley garantiza la paz, la
justicia, y se apoya en la verdad. No se entienden leyes que no busquen, por
encima de todos, el bien de la persona.
Dame, Señor, la
paciencia y la fe de perseverar en tu camino; dame la fortaleza de confiar en
tu Palabra a pesar de mis dudas y debilidades, y la esperanza de saber que Tú,
mi Señor, eres el Camino, la Verdad y la Vida.
La falta de leyes provoca el caos, la anarquía y la ley del más fuerte y poderoso. Y promueve a la esclavitud y al sometimiento de los más pobres y vulnerables. Me atrevo a decir que el hombre nace con la ley, una Ley sembrada a fuego en su corazón de amor y misericordia. Y es esa Ley la que nos lleva a proclamar las demás leyes, que rigen la buena convivencia, la paz y la justicia entre los hombres.
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