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domingo, 13 de diciembre de 2020

 

Es el desierto un lugar de silencio, de reflexión y de austeridad. Diría que son tres condiciones – entre otras – fundamentarles para prepararnos a la venida del Mesías. Porque, verdaderamente necesitamos silencios para poder examinar todo nuestro interior y ver lo que tenemos que allanar.

Hay, principalmente dentro de nosotros, mucho que igualar, rellenar, abajar y subir para que nuestro corazón quede abierto a la Palabra del Mesías que nace y, encarnado, habita entre nosotros. Barrancos de soberbia, depresiones de avaricia, hendiduras de envidia…etc.

Y todo eso no se iguala con rencor, con sacrificios o esfuerzos solamente. Si, indudablemente se necesitan, pero, lo necesario y fundamental es el amor. Amar en la disponibilidad de dejar que la Palabra de Dios, anunciada por Juan, nos invada y nos bañe de Espíritu Santo.

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