La cuestión
está clara, esta vida es muy valiosa.
Pero, lo es en cuanto nos sirve como medio para conseguir proyectarse
eternamente en la única y verdadera vida para la que hemos sido creados, vivir
eternamente en glorias y alabanzas al Señor, nuestro Padre Dios. Y perder esa
oportunidad será perder la vida.
Empezamos un nuevo
camino, un tiempo de esfuerzo en crecer en conversión con la oración,
practicando la limosna y privándonos de todo aquello que nos acomoda e instala
en una vida egoísta e individualista.
En consecuencia, dejar pasar el tiempo y no aprovechar los medios que esta vida pone a mi alcance – sacramentos – será perder verdaderamente el tiempo. Porque, buscar la felicidad donde no está es el error más grave que podamos cometer. Pues, no se trata de ser feliz un rato, que es lo único que te puede dar este mundo, sino ser feliz plenamente eternamente. Y eso sólo está en Dios.
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