No se trata de sólo buscar, sino, encontrado, seguirlo.
Él es el Camino, la Verdad y la Vida. Seguir a aquel que ha vencido a la muerte
y es signo de vida y resurrección. Seguir a aquel que nos llena de esperanza,
da sentido a toda nuestra vida y no da vida eterna.
Enséñame, Señor, a ser paciente y perseverante y,
sobre todo, a amar como Tú me amas. Dame, Dios y Padre mío, la capacidad de
amar un poco más cada día, y a vivir en y según tu Voluntad despojándome de la
mía. Amén.
Sólo hay uno a quien podemos escuchar, creer y seguir, y ese es el Señor, que con su muerte y Resurrección nos ha llenado de esperanza y de vida eterna. Con su muerte y Resurrección nos ha enseñado el camino de la Verdad y de la verdadera Vida. Todo lo demás carece de valor porque es caduco y pierde todo su sentido.
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