No es nada fácil sostenerte en la verdad y
misericordia en un mundo lleno de peligros, injusticias e inmoralidades. Un
mundo donde prioriza el éxito, el poder y el dinero, y cuyo objetivo es el
placer. En ese contexto se hace necesario tener muy firme y claro tu camino.
Te pido, Señor, un corazón tierno y
misericordioso. Un corazón capaz de buscar el bien del otro y no el mío propio;
un corazón despegado de mis egoísmos y centrado más en la generosidad de servir
por amor al necesitado. Amén.
Y, por la Gracia de Dios, lo tenemos. Él, el Hijo de Dios, nuestro Señor, ha venido precisamente para eso, para enseñarnos el Camino, la Verdad y la Vida. Y se pone delante de nosotros para que le sigamos y no nos perdamos. Él nos indica por dónde y qué debemos hacer y caminar para encontrarle y, en y con Él llegar a la morada que nos tiene preparada.
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