Muchos pensamos que no nos hace falta Dios para dar
frutos. Nos creemos suficientemente fuertes para valernos por nosotros mismos.
Incluso, pensamos que somos buenas personas y, capaces de dirigir nuestra
propia vida. Pero, la realidad es que sin Dios, nada podemos.
Señor, que como María Magdalena yo tenga un corazón
agradecido por tu Misericordia Infinita, compasivo con los que sufren, y alegre
y gozoso para anunciar, con mi vida y palabra, tu Amor y Misericordia Infinita,
que nos dan la salvación eterna.
Olvidamos que somos simples criaturas, como esas simples semillas necesitadas de la vid. Nuestra soberbia y suficiencia nos ciega y nos ensoberbece hasta el extremo de creernos capaces de dirigir nuestra vida y no necesitar nada de Dios. El pecado, sin darnos apenas cuenta, se apodera de nosotros, nos engaña y nos aparta de nuestro Padre Dios, la Vid verdadera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.