La invitación en principio es para buenos y malos. Todos son llamados e invitados, pero se exige traje de etiqueta. No una etiqueta de corbata y de riguroso smoking, sino un traje revestido de bondad, de amor y misericordia. Y ese traje no se confecciona en un momento.
La vida te va dando tiempo para que tú, desde el primer instante de tu vida, vayas dejando abierta la puerta de tu corazón a la acción del Espíritu Santo que, será Él, quien vaya confeccionando ese traje de ternura y amor para cuando llegue el momento de acudir al Banquete de bodas.
Pero, eso te exige que cada día vayas alumbrando con tu vida el camino que te sirve para seguir las huellas y sendero que te guíen a la fiesta del Banquete, pero que también alumbres a otros el camino que conduce a él y a ir confeccionando ese traje de fiesta que al entrar se exige.
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