Por la fe y el Espíritu Santo – recibido en la hora de nuestro bautismo – sabemos que la muerte ha sido vencida. Por tanto, quien no cree en Jesucristo y su Resurrección, vive sin esperanza porque sabe que esta vida acaba y todo lo que conseguido se queda aquí. Al final, ¿para qué tantos afanes y ambiciones?
Bien mirado, creer en Jesús es el mayor de los tesoros al que podemos aspirar, porque, Él es el verdadero Camino, la única Verdad y la infinita Vida. La experiencia de nuestro recorrido mundano nos lo atestigua.
Por eso, Señor, no tengo miedo a la muerte, a pesar del sufrimiento y dolor, sino a morir con mis manos vacías, sin obras que atestigüen que he hecho tu Voluntad. Ese es mi gran y único temor, pero, también mi confianza, porque, abandonado en Ti me fío de tu inmenso Amor Misericordioso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.