Herodes respetaba a Juan el bautista y lo tenía por hombre santo y justo. Pero, ¿tenía eso algún valor? Su vida no seguía los mandatos de Dios, sino los que él consideraba mejor para su vida. ¿Y nosotros, hacemos lo mismo que Herodes? Es una pregunta que tenemos que reflexionar.
La fe no se ve en nuestros actos de piedad y asistencias a misas sino en nuestras obras. Una fe sin obras es una fe muerta. No basta simplemente con decir creo, sino que esa fe tiene que verse manifestada en una fraternidad visible y concreta en el servicio a los más débiles.
Dios, nuestro Padre, nos ha dejado unos mandatos, la Ley - mandamientos – que son para nuestro bien. Cumplirlos es para nuestra felicidad, pues es lo que Dios busca y quiere, pero nosotros en muchos momentos pensamos diferentes y creemos más en nuestros proyectos que en los de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.