Dependerá de nosotros saber aprovechar esa asistencia, ayuda y auxilio del Espíritu. Tenemos que abrir nuestro corazón a su presencia y obedecer sus impulsos que nos hablan y descubren nuestro camino. Un camino que se mueve en oscuridades, pero con la esperanza de encontrar luz.
Esa es nuestra esperanza. No vamos solos, Jesús nos lo
ha prometido y previo a su Ascensión nos lo ha dicho. Conviene que Yo me vaya
para que venga el Paráclito, el Espíritu Santo, que nos irá desvelando y
enseñando todo el camino a recorrer y todo lo que necesitamos saber. Por eso, necesitamos seguirle y estar siempre a su lado.
Por tanto, a pesar de los nubarrones de la confusión, del desespero de lo que parece empeorar, de las persecuciones y de toda amenaza a separarnos del Camino, Verdad y Vida, confiemos en el Espíritu Santo, Señor y dador de Vida. Amén.
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