Jesús se presenta en este mundo sin hacer ruido. Aparece entre nosotros como una más. De orígenes humildes y en su genealogía hay de todo, buenos, menos buenos y malos. Es uno más que no parece destacar ni tener poder para sacarnos del poder opresor.
Lo lógico y de sentido común es pensar así. Es lo típicamente humano y lo que cualquiera razonaría, pero, en lo sencillo, pobre y escondido se instala el Hijo de Dios, que busca salvar a los desamparados y necesitados de salvación. Porque, son precisamente los enfermos los que necesitan curación.
Y Jesús viene a salvar a los necesitados, enfermos y pobres de espíritu. Porque, necesita un espíritu abierto a la conversión. Esa fue la experiencia de Natanael que, esperando un Mesías diferente, pensado a su idea, se abrió, al contacto con Jesús, a la conversión y creyó en su Palabra.
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