Nuestros actos son muy importantes para nuestros hijos. Y según sean, así serán también los de ellos, porque se fijan y aprenden de sus padres. Si sus padres rechazaron a aquellos que le anunciaron la Buena Noticia, ellos también lo harán, claro, salvo excepciones.
Por tanto, se nos pedirá cuenta tal y como dice el Evangelio de hoy: Sí, os aseguro que se pedirán cuentas a esta generación. ¡Ay de vosotros, los legistas, que os habéis llevado la llave de la ciencia! No entrasteis vosotros, y a los que están entrando se lo habéis impedido».
Y la nuestra no está exenta de culpa, pues solo basta mirar a nuestro derredor para darnos cuenta que mucho de lo que sucede lo apoyamos y favorecemos con nuestra manera de actuar. El mundo vive cada día más de espalda a Dios y, nosotros estamos ahora en él.
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