sábado, 20 de noviembre de 2021

 

La Resurrección es el centro de nuestra fe, porque, admitida, nuestra fe es innegable. De modo, que muchos que no quieren ver, la niegan. Tal es el caso de los saduceos – de quienes nos habla hoy el Evangelio – que niegan la Resurrección.

En ese contexto le presentan a Jesús un problema de una mujer casada con siete hermanos, por eso de la descendencia. Hasta tal punto llega a nosotros la necedad de pensar que la vida en el otro mundo será parecida o semejante a esta. A tal respecto, Jesús nos contesta:

«Los hijos de este mundo toman mujer o marido; pero los que alcancen a ser dignos de tener parte en aquel mundo y en la resurrección de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, ni pueden ya morir, porque son como ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección.

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