Y amar no es cosa fácil, pues nuestro egoísmo nos lo impide. Necesitamos abajarnos, hacernos humildes y pequeños para, desde la igualdad y semejanza, amar como nos ama el Señor. Sólo en Él y desde Él podemos lograr vencer nuestro ego y, saliendo de él, darnos a los demás.
Todos los que han llegado a amar, en clave de darse gratuitamente, ha sido porque han llegado a identificarse y encontrarse con Jesús. Él cambia nuestro corazón y, desde la pequeñez nos hace grande. Nada hay más grande que el amor al estilo de Jesús.
Y esa es la grandeza de Juan el Bautista y de todo aquel que llegue al Reino de los cielos. Porque, estar en el Reino de los Cielos significa que, antes, y para llegar allí, necesitas tener un corazón abierto, en actitud de conversión e injertado en Xto. Jesús.
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