De niño experimentamos oposición a todo lo que nos dicen y mandan. Diríamos, como en el Evangelio de hoy: ‘Os hemos tocado la flauta, y no habéis bailado, os hemos entonado endechas, y no os habéis lamentado’…
Nuestro corazón se cierra a la Palabra de Dios. Ponemos objeciones y trabas a sus mandatos y queremos seguir y cumplir según nuestros criterios y apetencias atendiendo a nuestras razones, y criterios. Dichos en otras palabras, queremos bailar a nuestro ritmo.
Conviene, pues, vaciar nuestro corazón de las cosas de este mundo y llenarlo de las cosas de Dios, las que realmente convienen. De esta forma estaremos disponibles y dispuestos a vivir en la Voluntad de Dios y cumplir su Palabra y no la nuestra.
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