María deja escapar todo lo que el Espíritu Santo dice a través de ella. Predice las maravillas que Dios hace en ella y, sin haberse producidos todavía, las revelas exaltando que será bienaventurada por todas las generaciones.
Y realmente, ¿no ha sido así? ¿Hay algún pueblo, por pequeña que sea, que no tenga a la Virgen como Patrona y Señora? Ella es la Madre a la que recurrimos todos los cristianos y en la que nos refugiamos en todas nuestras adversidades y problemas.
María descubre – anticipadamente – que su Hijo, el Mesías prometido y enviado por el Padre tiene preferencia por los pobres: Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados… Es evidente, María, Madre de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.