Sucede que lo bueno no se ve de forma rápida ni temprana. La verdad necesita tiempo para descubrir la mentira, que se esconde detrás del espejismo de lo falso y aparente. Remar a favor de la verdad es ir contra corriente y exige esfuerzo, paciencia y firmeza.
La cuestión es que, por naturaleza no podemos avanzar ni ir contra corriente. Necesitamos la Gracia que nos da el Espíritu Santo, recibido, por y para eso, en la hora de nuestro bautismo. Así, si podemos soportar y avanzar en el esfuerzo y lucha contra el mal.
Es, entonces, cuando podemos – en la medida de nuestras posibilidades (talentos) – proclamar con alegría, fortaleza y esperanza esa Buena Noticia que nos llena de gozo y da verdadero sentido a nuestra vida. Es, entonces, cuando por la Gracia de Dios, y con la fuerza del Espíritu Santo, podemos expulsar el mal que, por el pecado, nos invade y trata de someternos.
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