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domingo, 20 de febrero de 2022

 

Tanto la fe como la oración van unidas. Si oras es por fe, y si tienes fe, su consecuencia es la oración. Perdonar; hacer el bien a los que te hacen mal; presentar otra mejilla; soportar insultos; darse y dar y amar a los enemigos…

No sólo no es fácil sino diría imposible si no está respaldado por la oración y la fe. Pero, sobre todo, con escucha atenta a lo que nos dice la Palabra del Señor. Una atención a aceptar su Voluntad, porque lo que verdaderamente debemos pedir es que se haga la Voluntad de Dios en cada corazón humano.

No hay otro camino sino el del amor. Un amor que busca e insiste en tratar a todos – prójimos – mejor que lo que se merecen. Porque, nadie de nosotros merece el tratamiento que nos da nuestro Padre Dios. Luego, si nosotros somos tratados misericordiosamente, ¿cómo no vamos a tratar a los demás con misericordia?

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