Esta es la consigna, la
fraternidad. Y esa es la meta, llegar a amarnos como el Señor nos amó, y como
nos ama nuestro Padre Dios. Es precisamente por ese Amor Misericordioso por el
que alcanzamos la salvación. Nunca será por nuestras obras, sino por su
Infinita Misericordia.
Soy consciente de que yo
también he sido Judas en muchos momentos de mi vida. Consciente de mis
traiciones, indiferencias, rebeldías, omisiones, desobediencias y pecados. Soy
consciente de que no soy mejor que Judas ni que nadie. Te pido perdón, Señor.
Por tanto, la Santa Cena,
representa el momento culmen del mensaje de la Buena Noticia. Recordemos – Jn
13, 1-15 – como respondió Pedro y lo que le dijo Jesús. También nos lo dirá a
nosotros si nuestra respuesta es como la de Pedro. Y de no cambiar no estaremos
entre los amigos de Jesús. Por tanto, reflexionemos al respecto. La Semana
Santa nos brinda esa oportunidad.
Me dices, Señor, con tu gesto y tu humildad, al lavarme los pies, que yo haga lo mismo. Y eso no es otra cosa que poner al servicio de los demás todo lo que he recibido del Señor. Pidamos fortaleza, sabiduría y voluntad para darnos en amor y misericordia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.