No es cuestión de razones, pruebas o
convencimientos. Es cuestión de fe: «Crees
o no». Te fías de la Palabra
del Señor y te alimentas de su Cuerpo y Sangre como alimento – valga la
redundancia – que te lleva a la vida eterna, que tanto buscas.
Sé, Señor, al menos eso es lo que quiero
creer, que Tú estás a mi lado; sé, Señor, que Tú me acompañas y me consuelas en
mis penas; me fortaleces en mis debilidades, y me sostienes firme en mi
voluntad de seguirte. Guíame, Señor, y haz que mi voluntad coincida siempre con
la tuya. Amén.
Porque, en el fondo de tu corazón hay un
anhelo de vida eterna. ¿Acaso no buscas el mantenerte joven, la salud y vivir
lo más que puedas? ¿Y no te has preguntado que has sido creado para vivir
eternamente en plenitud de gozo y felicidad? Pues, para eso ha bajos el Hijo de
Dios a este mundo, para anunciarte la Buena Notica de que estás llamado a un
Vida Eterna de gozo y felicidad junto a tu Padre Dios.
La Iglesia, la verdadera Iglesia, sigue su camino auxiliada por el Espíritu Santo, tal y como lo prometió nuestro Señor Jesús - Jn 16, 13-24 - a pesar de sus pecados, dificultades, persecuciones y tropiezos. Los poderes del infierno - Mt 16,18 - no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo».
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