Nuestro destino es la felicidad eterna. Para
eso hemos sido creados, pero el pecado nos venda los ojos y nos desvía de
nuestro camino hacia la plenitud. Abramos los ojos y dejémonos guiar por el
Espíritu Santo recibido en nuestro bautismo.
Experimento mi pobreza en cada instante de mi
vida. En mis buenas obras, me siento tentado a vanagloriarme y a pensar creerme
que soy bueno. ¡Señor!, todo es Gracia, y así quiero sentir. Dame la
mansedumbre y la humildad de saber que todo es obra tuya. Amén.
¡Despertemos a la vida eterna!, porque para
vivir eternamente hemos sido creados. Jesús, el Señor, el Hijo de Dios Vivo, ha
vencido a la muerte. Su Resurrección nos marca el Camino, la Verdad y la Vida.
Ha ganado, por los mérito de su Pasión, Muerte y Resurrección la vida eterna en
plenitud de gozo y felicidad junto al Padre. Creamos en su Palabra.
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