Bien es sabido que junto con la buena semilla crece la mala hierba. Son esos lobos de los que hablamos, revestidos de buena semilla, por así decirlo, no parece hacer daño, pero al crecer juntos a la buena semilla impiden que den buenos frutos.
Señor, me sorprende tu paciencia y tu confianza. No soy digno de merecerlas, y menos ser tu siervo para anunciar tu Amor Misericordioso. Sin embargo, Tú me reiteras tu Amor y Misericordia, y pones en mis manos la misma misión que, Juan el Bautista: anunciar la Buena Noticia.
Es esa cizaña de la que habla el Evangelio, crece junto con la buena hierba, pero la estropea robándole el agua y sofocándola hasta angostarla y secarla. Busca que no dé, al menos, buenos frutos. Son esos lobos revestidos de ovejas que nos encontramos en muchos lugares de nuestros ambientes, y con los que hay que tener muchos cuidado. Armas: oración y Eucaristía.
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