Nosotros, por la herencia de nuestros padres, nacemos manchados, pero, por el bautismo quedamos limpios. Limpios para, como nuestra Madre María, caminar hacia la Casa del Padre. Ese es nuestro camino y nuestro destino.
Pero, somos libres y lo podemos estropear por el pecado si nos alejamos de la Voluntad del Padre. Por eso, como María, tendremos que estar unidos a Jesús y apoyarnos en Él.
Él es nuestro descanso y nuestro apoyo. En Él encontraremos la fortaleza para sostenernos en su Voluntad y perseverar como nuestra Madre, María, y guardar como ella todos nuestros problemas en nuestro corazón sabiendo que en el Señor encontraremos respuesta. Amén.
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