La cuaresma es una invitación a la conversión, a volvernos al Señor y a dejarnos convertir por su Gracia. Porque, no somos nosotros los que podamos convertirnos. Solo por su Gracia podemos lograrlo y, por eso, acudimos a Él, porque, solo en Él podemos lograrlo.
Es el Señor, quien se ha rebajado, ha cargado con nuestros pecados y se ha acercado a nosotros, tomando naturaleza humana, para salvarnos. Y será, Él, también quien nos dé la Gracia para salvarnos. Por tanto, emprendamos nuestro camino de regreso a la Casa del Padre esperanzado en su Misericordioso amor.
No busquemos la salvación apoyados en nuestras fuerzas y nuestras capacidades, porque será inútil. No podremos salvarnos sin el concurso de la Gracia del Señor. Para eso ha venido y ha dado el primer paso de acercamiento hacia nosotros. Pero, también nosotros tendremos que levantarnos y dirigirnos hacia Él.
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