Cada día me hago la misma pregunta. ¿Somos también nosotros indiferentes con los lázaros de nuestro entorno o ambiente? Porque, podemos, quizás sin darnos cuenta, caer en la misma actitud. Entretenidos en nuestras fiestas, intereses y apetencias pasamos desapercibidos por delante de ellos. 

También, es cierto que se les atiende en Cáritas, y que, muchos de ellos no atienden a razones ni quieren cambiar de actitud. Están atrapados en su forma indigente de vivir y ahí quieren quedarse. Pero, la pregunta que siempre me hago es, ¿puedo hacer algo más? ¿Tengo mis brazos abierto a esa realidad?

Porque, el pecado de aquel rico epulón fue la indiferencia y  falta de actitud hacia el indigente Lázaro. Posiblemente, pasaba todos los días por delante de él y no le veía, o, quizás, no quería verle. Luego, en la hora de la verdad se dio cuenta de su presencia y le llama. ¿Actuamos cuando les necesitamos?