De nada nos servirá actuar de una manera y vivir de otra. No podemos ser higuera y no dar frutos. Porque, de suceder así algo va mal. Lo natural es dar frutos y si eso no sucede, posiblemente la tierra está mal abonada o la raíz de la higuera enferma.
La consecuencia de nuestro actuar puede derivar en dar buenos o malos frutos. Y eso dependerá de nuestros actos. Justificarnos, con y por nuestra ignorancia, no nos exime de nuestra responsabilidad. Nuestra conciencia nos dice si actuamos bien o mal. Sí nuestros frutos son buenos o malos.
No tenemos sino el tiempo que nuestra vida nos da. Y ese es el tiempo en el que tenemos que abonar nuestra tierra y dar esos frutos que se espera de nosotros. Debemos, pues, aprovecharlo cultivando y trabajando bien nuestra tierra para que dé los frutos esperados. De no ser así corremos el riego de que sea improductiva.
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