domingo, 13 de febrero de 2022

Somos bienaventurados cuando vivimos en la actitud de compartir y darnos a las necesidades de los demás. Somos bienaventurados cuando nos reconocemos débiles, pecadores y egoístas, incapaces de olvidarnos de nosotros y darnos a los demás.

Somos bienaventurados cuando, apoyados en el Señor, confiamos en que podemos vencernos y, caminando en la comunidad, soportamos nuestras propias cruces y somos capaces de salir de nuestros propios egoísmos despojándonos de nuestras apetencias y apetitos.

Somos bienaventurados cuando nos esforzamos en crear un mundo más fuerte, más verdadero y compartido. Y cuando hacemos nuestro el dolor y llanto de los excluidos y marginados. Sí, podemos estar tristes con el dolor y sufrimiento, pero, siempre, esperanzados en que al final seremos dichosos y bienaventurados.

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