Son muchos que dicen no tener fe. Y eso les sirve,
al menos algunos lo presentan como justificación para no moverse y
mantener sus propias creencias. ¿No parece lógico y de sentido común darle poca importancia, ya que nos jugamos la felicidad eterna. Al menos tratar de indagar y buscar?
Gracias, Dios mío, porque sé que estás pendiente de
mí y atento a mis peticiones, a mis deseos y a mis preocupaciones. Me das el
infinito regalo de tu Hijo, mi Señor Jesús, y en él quiero servirte y hacer tu
Voluntad. Él, mi Camino, Verdad y Vida, me enseña a vivir en tu Palabra y hacer
tu Voluntad. Gracias, Padre.
Cerrarse a buscar y conocer lo que dice la Palabra
de Dios, es la negación a querer entender y a salir de su propia verdad.
Porque, ¿significa eso que mi verdad es la verdad, y, por tanto, soy yo quien
tiene la razón y el conocimiento? Lo que deja de forma transparente la
prepotencia y soberbia de aquellos que no quieren ver ni oír.
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