El Evangelio de hoy nos habla de que Jesús les enseña a los
amigos, a aquellos que creen en Él y que tienen oídos y ojos para escucharle y
verle. Y les enseña de tal manera que les descubre los misterios del Reino de
los Cielos.
Sin embargo, a aquellos que levantan barrera, ponen
obstáculos y se resisten a creer, se les niega aun lo poco que tienen. Y sus
oídos se cierran y sus ojos se vendan para que oyendo no oigan, ni viendo vean.
Y es que su cerrazón les impide dejar entrar la fe.
No es cuestión de
saber o no saber, sino de abrirse con humildad a la acción del Espíritu Santo,
para que nos vaya revelando todo aquello que permanece en nuestra oscuridad,
iluminándola, y dándonos a conocer todo lo que se nos esconde a nuestro
entendimiento por nuestra poca capacidad.
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