El Evangelio de hoy nos habla de eso, y Jesús nos sugiere y
anima a pedir: Es una
constante que debemos recordar y practicar. Todo aquel que tiene fe termina por
insistir y perseverar, porque esa es la prueba de la fe, la perseverancia.
Si nosotros, que somos
pecadores, damos a nuestros hijos lo que les conviene y nos piden, con el
riesgo de equivocarnos y hacerlo mal. ¿Cómo nuestro Padre del Cielo no nos va a
atender y a darnos lo que nos conviene para nuestra salvación? Porque eso es lo
bueno y lo que nos vale, lo que nos sirve para alcanzar la Gloria Eterna.
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