La ambición nos ciega de tal
manera que hacemos cosas que, no estando al margen de la ley, si son cosas que
perjudican al bien general de las personas. Y, en otras ocasiones, la tan desmedida
ambición nos lleva a ignorar la ley y el bien común.
Nuestra mente distorsiona la
realidad y justifica nuestras actitudes contrarias al bien común. Nos auto
engañamos buscando razones demagógicas que justifiquen nuestra actitud
pareciendo como verdaderas y justas, cuando son, si no injustas, sí inmorales y
malas para el pueblo.
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