El hombre debe estar
siempre en el primer plano del bien y sentido común. Las leyes deben estar
pensadas de forma que sirvan para servir, valga la redundancia, al hombre. De
modo que, una ley que deje al hombre en segundo plano, deja de ser ley y se
convierte en yugo.
Jesús, consciente de
que hay muchas cosas, viejas y caducas, que tienen que ser renovadas, descubre
que todo debe estar en función del hombre. Así, leyes que lo posponían son
abolidas para dar pasos a leyes nuevas que lo dignifican y ponen en primer
lugar.
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