Nos sentamos tranquilos a
oír, pero no quizás a escuchar. Queremos arriar la bandera de nuestra lucha y
no seguir en el camino. Estamos cansados de bregar toda nuestra vida sin resultados.
No nos queda ya ganas de insistir.
Sin embargo, Jesús nos invita
a echar las redes en el mar de nuestra vida. Le decimos que lo hemos intentado
por pasiva y por activa sin ningún resultado, pero, su Palabra no atrae, nos
imprime respeto y, por ella, echamos nuestras cansadas redes.
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