Rechazar la Palabra de Dios no es cosa fácil. Los que lo hacen, la mayoría no sabe el por qué; otros lo rechazan porque su corazón está cogido por las cosas del mundo, y otros, quizás porque no han escuchado con tranquilidad su Palabra.
Si
nos paramos a discernir, comprobamos que lo que dice Jesús es lo que, en lo más
profundo de nuestro corazón, deseamos y buscamos. Lo que ocurre es que eso lo
buscamos por donde nosotros entendemos y queremos, y no por el camino que Jesús
nos señala.
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