Somos débiles y
reconocemos nuestros pecados y errores. Pero, también sabemos que nuestro Padre
Dios nos perdona. Nos lo ha dicho su Hijo, nuestro Señor, y nos ha anunciado su
Infinita Misericordia. Por tanto, no perdamos nuestra confianza en Él.
Gracias, Dios mío
y Padre mío, primero, por la fe que me has dado, y segundo, porque por tu
presencia hace que mi vida tenga sentido y fortaleza para enfrentarme y superar
todos esos momentos de dificultades y obstáculos con las que mi camino se
siente amenazado.
Nuestra
experiencia de hijo nos enseña también la misericordia de nuestros padres de
este mundo. Es verdad que la de ellos no es infinita, pero si soportan nuestra
desobediencia con mucha paciencia. ¿Cuánto más no la tendrá nuestro Padre Dios,
que ha entregado la Vida de su Hijo Predilecto para salvar la nuestra? Por
tanto, no perdamos nunca la confianza en nuestro Padre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.