No es cuestión de
esperar sino de confiar. Se trata de saber que Dios es nuestro Padre, y
nosotros sus hijos. ¿Cómo entonces nos va a abandonar? Dios, nuestro Padre, actuará
para nuestro bien, eso es seguro. Ahora, quizás no a nuestra manera o gusto.
Padre, hay muchos
momentos que me siento esclavo, sometido, obligado y sin deseos de estar
contigo. No sé qué me sucede, porque, eso sí lo sé, en Ti está el gozo y la
felicidad, pero me cuesta descubrirla. Dame, Señor, esa capacidad de experimentarla.
Siempre, nuestro
Padre Dios, lo hará a su manera. Pero, siempre, eso es tan cierto como que es
nuestro Padre, será lo mejor para nuestro bien. De modo, que haga lo que haga,
será el bien de sus hijos. Y eso significa que nuestro Padre responderá a
nuestras peticiones de hijos, y nos dará, eso sí, cuando Él lo disponga, esa
felicidad que buscamos y que en Él encontraremos. Así lo pensó el hijo menor de
la parábola de la misa del domingo.