A veces, llevados
por la euforia, o, quizás, tentados por el diablo, queremos hacer más de lo que
podemos y de lo que nuestro Padre Dios nos ha misionado. Nos dejamos tentar por
la suficiencia, por el poder de nuestras propias fuerzas, y caemos.
Mi vida transcurre,
Señor, en esa disyuntiva de vivir en tu Voluntad o dejarme seducir por el
mundo. Mis ansias son las de vivir de acuerdo con tu Voluntad siguiendo el
Camino, la Verdad y la Vida que alumbra y señala tu Palabra. Dame, Señor, la
pureza de alma para vivir en tu Voluntad y ser transmisor de tu Palabra. Amén.
El fracaso nos frustra, nos desalienta y desanima y, casi sin darnos cuenta, experimentamos el deseo de abandonar, de involucionar y quedarnos pasivos e inactivos. Hemos recibido unos talentos y son esos talentos los que debemos negociar, No los que nosotros nos arrogamos y de los que presumimos. Porque, los que nuestro Padre Dios nos ha dado, son para los que realmente estamos capacitados.