El hombre es un ser limitado. Su debilidad le acarrea muchos
errores y equivocaciones. Estamos sometidos al poder del pecado, y sus
tentaciones nos seducen y pueden con nosotros. En estas circunstancias
necesitamos ayuda, pues de no ser así sucumbimos.
El peor error sería creernos fuertes y suficientes, capaz de
bastarnos por nosotros mismos y emprender la búsqueda de la felicidad por
nosotros mismos. Eso fue lo que le ocurrió al prodigo de la parábola del Padre
prodigioso. Creyendo en sus propias fuerzas e ideas quedó atrapado en las redes
del mundo.
Pero, lo importante
no es caer, porque por nuestras propias miserias y pobreza damos por sentado
que caeremos. Lo importante es levantarnos, porque contamos con la Misericordia
y el Amor sin límites del Padre, que nos espera y aguarda con un Amor y
Misericordia Infinita.
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