La realidad es muy distinta a la que todos deseamos.
Deseamos justicia, pero luego no queremos que se nos aplique a nosotros;
deseamos buenos tratos, pero luego tratamos mal a otros; exigimos misericordia
y comprensión, pero luego no somos comprensivos ni misericordiosos.
Estaremos de acuerdo que será justo tratar con la misma
manera que eres tratado. Y de esa forma, advertimos que muy pocos, por no decir
nadie, escaparía al castigo. Porque todos hemos sido maltratados y también
maltratadores de los demás.
Maltratadores en el
sentido de no emplear la misma justicia con el otro que quiero que empleen
conmigo. La regla de oro es la del perdón: “Perdona a los demás con la misma
medida que te perdonan a ti. De esa forma, perdonarás todo, porque a ti también
se te ha perdonado todo.
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