Ante las malas manías, que
esconden malas intenciones, debemos desear purificarlas desde lo más profundo
de nuestros corazones. Es normal sentir empatía y, también, empatías negativas,
pero ambas deben ser conducidas con buena intención y fuera de todo prejuicio.
Jesús todo lo hizo bien y esa
bondad que reflejaba todos sus actos era respondida por los fariseos y escribas
maniáticamente. No respondías a razones y todo lo que hacía Jesús era mirado
con mala intención y buscando la manera de encontrarle un fallo para acusarle.
Hay manías, y esa son las
malas, que nos impiden razonar y reflexionar de forma neutral y con buena
intención. Lo importante y de sentido común es buscar la verdad, aunque, esa
verdad, me cuestione, me exija y descubras mis defectos o manías. Porque, ese
es el camino de purificarla y convertirlas en buenas. Amén.
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