Se hace necesario, para corregir, primero
conocer la verdad y, bajo la acción del Espíritu Santo, abrirnos a la bondad y
misericordia de la Gracia de Dios que nos ilumina y nos da la sabiduría misericordiosa
para, desde el amor y la verdad, ser capaces de orientar y corregir el camino
equivocado del otro.
Por eso, teniendo siempre como referencia
de nuestras actuaciones y correcciones a nuestro Señor Jesús, buscamos, desde
Él, el Camino, la Verdad y la Vida que nos conduce a salvar los errores y las
equivocaciones a las que este mundo nos somete y con las que nos tienta y
seduce.
Somos conscientes de nuestras flaquezas y
limitaciones. Toda luz nos viene del Espíritu Santo, que desde la hora de
nuestro bautismo nos acompaña y actúa en nosotros. Pero, hay una cosa que
nuestro Padre Dios ha querido y nos ha dejado, nuestra libertad. De modo, que
el Espíritu de Dios necesita nuestra colaboración. Realmente, ¿colaboramos?
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