Jesús viene a sacarnos de esa
posible confusión. Ese milagro de transformar el agua en vino en Caná es
símbolo de ese vino bueno que nos salva y nos da una vida nueva y renovada. Un
vino que nos saca del apuro por amor y nos alegra la fiesta amenazada por la
falta del preciado licor.
La razón del ayuno es el
amor. Tus renuncias, tu disponibilidad, las privaciones de tus gustos,
apetencias y otras, deben y tienen que ir movidas por el amor. Porque, de no
ser así todo lo que hagas es vano.
De forma que, obras sin amor,
delante de Dios, no son ayunos ni tienen valor. El amor es lo que determina que
la privación y el despojamiento se conviertan en ayuno. Por eso, cuando amar al
Señor lo pones en el centro de tu corazón, de todo lo demás ayunas. Amén.
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