Hoy sucede que criticamos todo lo que nos propone. O estamos de acuerdo con algunas cosas y con otras no. Ponemos trabas, razonamientos humanos y toda clase de interrogantes como exigencia de nuestra fe. Como si tuviéramos derecho a exigir demostraciones y razonamientos de la fe.
¿Tengo yo mis oídos abiertos a la escucha de la Palabra de Dios y abiertos humildemente a dejar entrar y abrazarle en lo más profundo de mi corazón? ¿O por el contrario, pongo condiciones e interrogantes exigiendo según mis ideas?
¿Cómo es mi actitud hoy frente a la doctrina de la Iglesia y a sus enseñanzas? ¿Busco la verdad por mi cuenta y según mis ideas e intereses, de forma individual y alejado de la comunidad eclesial?, o, por el contrario, ¿trato de avanzar entre la comunidad y abierto a la Palabra de Dios?
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