Ser pobre no consiste en tener o no tener.
Porque, teniendo o no teniendo, tú puedes ser pobre. La pobreza que busca,
exige y señala Jesús está escondida en tu corazón y de él tienes que dejarla
salir. Hablamos de la pobreza de sentirte hijo de Dios y amado sin condiciones.
De modo que, tengas o no tengas, tu dignidad y
valor no disminuye ni en un pelo. Seas joven rico, valeroso y fuerte serás,
delante de Dios, el mismo que si eres viejo, débil y de nada o poco valor.
Todos debemos aspirar a ser pobres. Pobres,
porque todos nos ha sido dado gratuitamente para nuestro bien. Somos
administradores de esos bienes que nuestro Padre Dios nos ha dado. Entregarte a
lo fácil, cómodo y placentero olvidándote de los demás es instalarte en las
riquezas y dejarte seducir por las riquezas y placeres del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.